Agradecer
- Ram Barreda

- hace 6 días
- 3 Min. de lectura
A veces caminamos por la vida con la mirada puesta en lo que falta.
Si estamos solteros, deseamos tener pareja.
Si tenemos trabajo, imaginamos uno mejor.
Si tenemos un coche, soñamos con el siguiente.
Y en esa búsqueda constante, nos acostumbramos a ver la vida como una lista incompleta. Como si siempre estuviéramos a un paso de algo… pero nunca ahí.
En ese ciclo, damos por sentado lo esencial: a nuestros papás, a nuestros hermanos, a nuestros perros, a nuestra salud, nuestras rutinas, nuestra estabilidad emocional.
Damos por sentado los momentos que parecen pequeños: un café en paz, una comida en familia, un buen día en el trabajo, un rato con quienes nos quieren.
Y sin darnos cuenta, dejamos de agradecer.
Se nos olvida reconocer lo mucho que hemos trabajado para llegar hasta aquí.
Se nos olvida honrar la vida que construimos, los avances silenciosos, las batallas internas ganadas sin que nadie se enterara.
Y por ese hábito de nunca sentirnos del todo conformes, por perseguir siempre “lo que falta”, se nos olvida mirar y decir: “esto también es suficiente. Esto también es un milagro.”
Hoy quiero detenerme y agradecer.
Agradezco mi trabajo, mi estabilidad, mis oportunidades.
Agradezco a mis papás, a mi hermano y a Kaiser, que es hogar con cuatro patas.
Agradezco poder estar presente en mi vida, poder observar mis patrones, aprender de mis errores, intentar hacerlo mejor.
Agradezco crecer espiritualmente, fortalecer mi relación con Dios, sentir que cada día entiendo un poco más quién soy.
Agradezco mi amor propio, que ya no es un discurso, sino un proceso real.
Agradezco descubrir que merezco más de lo que antes me daba.
Agradezco haber tocado fondo, porque el fondo me enseñó lo que la comodidad nunca me iba a enseñar.
Agradezco haberme hecho responsable de mis decisiones, dejar de jugar a la víctima, dejar de esperar que otros reparen lo que solo yo puedo sanar.
Agradezco a las personas que están hoy, con su cariño, su tiempo y su paciencia.
Y agradezco a quienes se fueron, porque incluso desde la ausencia dejaron una huella que me hizo crecer.
Agradezco tener la oportunidad de ayudar, aunque sea un poco, de poner un granito de arena, de intentar dejar este mundo mejor de cómo lo encontré.
Aprender a ver distinto
Creo que parte de crecer es entender algo que nadie te dice: la vida no siempre mejora cuando consigues más…la vida mejora cuando aprendes a ver distinto.
Cuando dejas de correr detrás de lo que falta y empiezas a sostener lo que ya tienes.
Cuando cambias el “¿por qué a mí?” por un “¿qué me está enseñando esto?”.
Cuando en lugar de pelear con la vida, decides caminar con ella.
Agradecer no es conformarte.
Agradecer es abrir espacio para que llegue lo que sí te corresponde.
Es mirar tu vida con ojos nuevos, sin exigirle que sea perfecta para poder valorarla.
El intento diario
A veces pienso que todos estamos intentando lo mismo: soltar lo que duele, quedarnos con lo que sana, aprender a querernos sin tanta guerra interna.
Tal vez el secreto no está en tenerlo todo resuelto, sino en no dejar de intentarlo.
Agradecer es eso.
Un intento diario.
Una forma de reconciliarte con tu camino.
Una manera de recordarte que incluso en tus días más rotos, sigues siendo digno de luz.
Volver a casa
Agradecer es una forma de volver a casa. De regresar a ti. De reconocer que has sobrevivido a todo lo que pensaste que no podrías.
Que sigues aquí, creciendo, aprendiendo, reconstruyéndote.
Y que lo que viene, viene mejor cuando lo recibes con gratitud y no con carencia.
Hoy agradezco por lo que soy, por lo que tengo y por lo que todavía estoy aprendiendo a ser.
Y eso, para mí, ya es suficiente luz.



Comentarios