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Mirarse al espejo

  • Foto del escritor: Ram Barreda
    Ram Barreda
  • 15 ene
  • 3 Min. de lectura

¿Te ha pasado que es más fácil criticar al que tienes enfrente que mirarte al espejo?

A mí me pasaba. Era experto en encontrar fallas en los demás, pero no en mí mismo.

Recuerdo una vez en el trabajo cuando critiqué a un compañero por no saber exponer bien, y después yo cometí el mismo error. Me sentí ridículo. Fue entonces que escuché una frase que cambió mi forma de pensar:"Si vas a juzgar a alguien, estás obligado a hacerlo mejor que él."Esa frase me hizo reflexionar. Qué hueva, ¿no? Porque además de esforzarte por ser mejor tú mismo, tendrías que ser mejor que todos los que juzgas. Y la verdad, qué cansado andar por la vida criticando y comparándose con los demás. Es mucho más fácil señalar que trabajar en uno mismo.


Hoy quiero hablar sobre lo sencillo que es burlarse o criticar a otros:"Ese está gordo.""Ese no sabe jugar fútbol.""Ese no sabe presentar.""Uy, ese wey es bien arrogante."


Pero me pregunto: ¿alguna vez hemos hecho el esfuerzo de identificar nuestros propios defectos de personalidad?Si no estás seguro de cuáles podrían ser los tuyos, aquí te dejo una lista:

  • Orgullo: Una autoimagen inflada que nos impide aceptar críticas o errores.

  • Egoísmo: Anteponer nuestras necesidades y deseos por encima de los demás.

  • Egocentrismo: Creer que el mundo gira a nuestro alrededor.

  • Ira: Reacciones desproporcionadas de enojo o resentimiento ante personas o situaciones.

  • Resentimiento: Aferrarnos a emociones negativas del pasado.

  • Envidia: Desear lo que otros tienen o sentir incomodidad por su éxito.

  • Codicia: Un deseo excesivo de posesiones, dinero o control.

  • Lujuria: Uso distorsionado de la sexualidad para llenar vacíos emocionales.

  • Pereza: Falta de esfuerzo, motivación o responsabilidad.

  • Temor: Inseguridades o miedos que bloquean nuestro crecimiento emocional.

  • Deshonestidad: Mentir o manipular para obtener beneficios propios.


Todos tenemos defectos, y reconocerlos no es solo un ejercicio de honestidad, sino el primer paso hacia el crecimiento personal. Pero, sé que no es fácil mirarte al espejo y admitir tus fallas.


Yo lo viví. Llevo dos meses en un viaje de autoconocimiento, y durante este tiempo me di cuenta de que mis principales defectos son la soberbia, la arrogancia y el egocentrismo. Descubrir esto fue un golpe de realidad. Por ejemplo, perdí un trabajo que me encantaba por mi soberbia. También, mi egocentrismo y egoísmo me hicieron perder a alguien que valía mucho la pena.

En su momento no lo vi claro. Estaba tan metido en mi rutina diaria que no identifiqué cómo mis defectos estaban afectando mi vida. Fue hasta que un amigo me lo dijo que pensé: “No ma, sí es cierto. Qué idiota, ¿por qué no me di cuenta antes?”

Recuerdo una vez que, después de discutir con alguien, me quedé pensando: “¿Por qué siempre tengo que tener la razón?” Y ahí empezó todo.

Una vez que reconocemos nuestros defectos, tenemos dos opciones:

  1. No cambiamos y los usamos como excusa para nuestros problemas, jugando el papel de víctima. Es más fácil culpar al mundo de lo bueno o malo que nos pasa, evitando cualquier responsabilidad.

  2. Tomamos las riendas y asumimos la responsabilidad de nuestros actos. Esto no significa que eliminaremos por completo nuestros defectos (eso sería imposible), pero sí que aprenderemos a identificarlos, controlarlos y, en ciertos casos, hasta convertirlos en fortalezas.

Por ejemplo, he aprendido a traducir la arrogancia en seguridad cuando tengo que presentar algo importante en el trabajo. Conocer mis defectos me permite utilizarlos de manera consciente. Ojo que con esto no digo que ya los tengo super trabajados y soy consciente, muchas veces me siguen ganando y se me olvida que es un trabajo de todos los días, la palabra clave es consistencia. Y cuando siento que alguno empieza a aparecer, trato de enfocarme en su contrario inmediato. Aquí tienes una guía sencilla:


  • Orgullo – Humildad

  • Codicia – Generosidad

  • Lujuria – Pureza/Moderación

  • Envidia – Gratitud

  • Gula – Templanza

  • Ira – Paciencia/Serenidad

  • Pereza – Diligencia


¿Por qué nos cuesta tanto mirarnos al espejo? Creo que, muchas veces, es el miedo lo que nos detiene: miedo a lo que vamos a descubrir, a aceptar nuestras fallas, a enfrentarnos con nosotros mismos. Pero solo cuando nos atrevemos a ver esos aspectos que no nos gustan podemos empezar a transformarnos.


Cambiar no es fácil, pero cada paso que das te acerca a una mejor versión de ti mismo.

Te invito a reflexionar: ¿Qué cosas de ti mismo no te gustan? ¿Qué defectos has notado en tus relaciones con los demás? Hablar de ellos es el primer paso para construir una mejor versión de ti.


Mirarse al espejo puede ser incómodo e incluso doloroso, pero es el camino hacia una vida más auténtica y plena. La verdadera fortaleza está en reconocer nuestras fallas y trabajar en ellas. Porque ser fuerte no es fingir perfección, sino atrevernos a cambiar, un paso a la vez, un día a la vez.

 
 
 

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